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¿SI O NO LA SUPLEMENTACIÓN?

¿SI O NO LA SUPLEMENTACIÓN?

La nutrición no es una ciencia exacta Lo sabemos por los cambios en las recomendaciones a lo largo de los años. Ahora hasta un huevo al día es saludable, antes no más de tres por semana. El pescado azul era malo, ahora sus omega 3 son la panacea. Y así, frecuentemente, aparecen debates que conforme avanza la ciencia se van resolviendo, aunque no siempre de forma definitiva.

La suplementación es uno de esos debates candentes en la actualidad. Por una parte, los defensores de que hay que intentar obtener todos los nutrientes a partir de una dieta equilibrada. Por otra, aquellos que insisten en que es poco probable que lo consigamos y que debemos suplementar. ¿Quién tiene razón?

Existen circunstancias individuales que exijan aumentar permanente o temporalmente los niveles de ingesta por encima de las recomendaciones generales. Y eso a veces es muy difícil de conseguir sin suplementación:

Embarazo y lactancia. Uno de los ejemplos más claros de una etapa vital donde el aporte de algunos nutrientes es crítico. Se recomienda suplementar con folato, al menos cuatro semanas antes de la gestación y durante el primer trimestre, para evitar defectos del tubo neural. Yodo y hierro, a discreción del profesional y de los niveles en el organismo de la embarazada.

Dieta inadecuada. En algunos casos, por circunstancias personales, la dieta puede no suministrar todos los nutrientes en cantidades adecuadas. Las preferencias y aversiones alimentarias pueden dificultar el aporte de algunos nutrientes.

Dietas especiales. El ejemplo más claro es el veganismo, donde la suplementación con vitamina B12 es indispensable y con otros nutrientes como omega 3 de cadena larga, recomendable. Otras dietas restrictivas pueden conllevar otro tipo de carencias, que deben ser evaluadas.

Deporte. La actividad física con cierta intensidad y frecuencia puede aumentar las necesidades de algunas vitaminas como B1, B3 o B6 o algunos minerales como calcio, magnesio o hierro, además de proteínas o carbohidratos.

Enfermedades. Problemas digestivos asociados a una microbiota alterada o a síndrome o enfermedad del intestino irritable pueden dificultar la absorción de nutrientes, precisando por tanto un mayor aporte.

Alcohol o tabaco. Estos hábitos aumentan las necesidades de vitaminas antioxidantes, especialmente C o E, y minerales como el selenio, además de otras vitaminas como B12.

Genética. La absorción, utilización y eliminación de vitaminas y minerales está sujeta a diferencias en función de la genética personal. Esto puede hacer que algunas personas necesiten más de lo normal de algunos nutrientes para una salud óptima.

Técnicas de cocinado. Dependiendo de cómo cocinemos los alimentos, podemos estar perdiendo nutrientes. Es lo que pasa con las vitaminas del grupo B al cocer verduras y tirar el agua: perdemos la mayor parte del folato, más de un 50% de B1 (tiamina), y otras vitaminas o minerales.

Intentando responder a la pregunta inicial: ¿SI O NO a la suplementación? Probablemente, mucho más a menudo de lo que pensamos. Pero ha de hacerse bien y bajo consejo profesional. La suplementación indiscriminada nunca es una práctica aconsejable. Por ello, en tu farmacia cuentas con el mejor surtido en suplementación y el asesoramiento profesional que necesitas.

Estamos para ayudarte.